domingo, 5 de julio de 2009

TU AUSENCIA

El trabajo realizado para FEVATED en narrativa corta del curso 2008.2009.
Os lo pongo para que podáis leerlo y opinar si gustó o no, cada año intento dedicarlo a un tema, sobre todo a la tercera edad.


TU AUSENCIA
Como cada mañana cogía el autobús para desplazarme a mi trabajo, esta vez iba tarde, pero lograría no perderlo. Siempre que podía quedaba con una compañera, me gustaba su forma de ser tan alegre, que parecía no enterarse de lo que sucedía alrededor, eso era lo que hacía tenerla siempre feliz.
_ ¡María corre el autobús!
_ ¡Ya voy tranquila!
Llegamos al trabajo muy contentas, eran unos momentos en su compañía siempre gratificantes y dignos de alabar porque me preguntaba siempre ¿Cuándo te veré feliz? Y empecé a pensar que tenía que poner en práctica el proyecto que hacía 3 años tenía en mente –buscar a mi padre-.
Yo vivía sola, me mantenía de mi trabajo algo que me gustaba, en una tienda dónde mi función era llevar la administración y me lo reconocían, pero claro algo me faltaba, así que cuando llegara el día partiría y no echaría la vista atrás.
Tenía 32 años, me sentía bien conmigo misma había ahorrado un poco dinero desde que mi madre falleció fui poco a poco guardando lo que podía, pero aunque no era una fortuna tendría para mis primeros meses.
La relación que en ese momento mantenía era algo como necesario, no lo amaba pero sí sentía que su compañía la necesitaba por lo tanto tendría que plantearle con mucho tacto que me marchaba, porque mi decisión era no volver, ya estaba decidido.
Me levanté de la cama y tomé el café muy despacio, quería alargarlo hacer como si empezara unas largas vacaciones, llegué a la tienda y cuando pude, decidí hablar con mis jefes, la noticia de mi ida cayó como un jarro de agua fría en plena temporada y yo precisamente, que no acostumbraba a hacer las cosas sin avisar previamente, los compañeros me preguntaron al despedirme el motivo y contesté muy rápidamente ¡buscaré a mi padre! decidida abandoné la tienda sabiendo que ya no volvería.
Recorrí la ciudad queriendo memorizar todo lo vivido en ella pero no me daba cuenta que unas lágrimas mojaban mi cara. La vida con mi madre fue llena de altibajos, pues recordaba etapas felices, pero otras no, todo a raíz de la separación de ambos. De mi padre supe desde pequeña que nos abandonó, esa era la versión de mi madre aunque algo tenía dentro de mí que no comprendía, si nos abandonó ¿Cómo es que yo sentí la sensación de tenerlo cerca?
Llegó la noche, Luis estaba a punto de venir, la cena la preparé con más esmero que otras noches como intentando quedar bien, aunque para mí lo que pretendía era que la noticia no le lastimara, él sí que me quería aunque jamás me pidió que nos casáramos pues para mí la independencia era muy importante y siempre pensé que al unirme con alguien mi parcela desaparecería.
Sonó la puerta seguro que era Luis, lo recibí con el beso de siempre.
-¿Cómo pasaste el día?
-Muy bien, y tú
-Cambiando mi vida -ésta respuesta puso en alerta a Luis-
-¿Pasa algo?
-Para mí sí, no sé cómo empezar sin hacerte daño, pero he decidido irme ya sabes que algunas veces has sido mi apoyo y la verdad, jamás te podré agradecer el cariño con el cual has llevado nuestra relación
-No ha sido cariño María, ha sido amor, sabes que te amo y lo que ahora escucho me duele mucho ¡piénsalo por favor! si te equivocas es posible que sufras y yo no quiero eso para ti, mi respeto irá contigo pero yo ¿cómo me quedo? ¿Lo has pensado? Tres años de relación y ahora me dices que todo terminó ¿no crees que estás siendo egoísta?
–No Luis, esto tenía que llegar y llegó simplemente, siento herirte pero no creo que vuelva.
-De acuerdo, como siempre te respeto, pero si me lo planteas así no creo que te espere, no pienso sufrir más.
Entre nosotros quedó un largo silencio, era peligroso porque no quería terminar mal así que decidí hablar.
-Mira Luis, me has llamado egoísta pero no lo soy, y te diré porqué, tú me amas y al amarme tienes algo, una ilusión pero yo quiero tener lo mismo que tú y no la tengo, mi padre se que no ha muerto, lo presiento, el día que lo encuentre, ese día podré decir que lo conseguí, a partir de ahí tendré la tan ansiada ilusión.
Por otra parte no quiero que me guardes rencor, sabes que te quiero, pero querer no es amar, son dos cosas diferentes. Soy sincera y te doy la libertad de rehacer tu vida, así claramente, yo le llamo sinceridad, pero necesito tiempo para buscar a mi padre, no sé si será corto ó largo pero necesito volar sola.
-Todo muy bonito María, para ti siempre son las cosas así de fáciles, tú las llevas a cabo, tú decides y los demás tenemos que asentir, ¡pues no! esta vez lo digo muy claro, si decides irte que te salga todo bien, porque yo también cuento en esta historia y quiero dejar de sufrir, por tu parte jamás escuché la palabra te amo ahora lo comprendo, tú lo has dicho querer no es amar. Cogió su chaqueta pasó por mi lado sin un adiós, y como jamás lo había visto salió de la casa dejándome sin poder reaccionar.
Decidí cenar pero nada me apetecía, comí una manzana acompañada de un té, pensé que al acostarme me tranquilizaría, subí al dormitorio, estaba todo tan silencioso que me sentí sola por primera vez. Sentí el vacio de Luis pero ya no había nada que hacer, sólo empezar de nuevo. Al día siguiente me encontré en la calle dispuesta a todo.
Como cambian las cosas en pocas horas, la noche anterior me dormí sintiéndome culpable, pero culpable ¿de qué? ¿De querer que mi vida tuviera sentido, de saber desde el principio hasta el final dónde están mis raíces? Pues no, no lo conseguiría pero llegaré hasta dónde pueda.
La estación estaba abarrotada, busqué la línea que correspondía a mi destino y el primer asiento que vi vacio lo hice mío. Mi destino sería un pueblo pequeño en la Comunidad Valenciana, tenía referencias que fui recogiendo a lo largo de algunos años. El viaje no fue muy agradable por la cantidad de gente que subía y bajaba pero las tres horas se pasaron enseguida, llegué a media tarde y busqué alojamiento.
Me gustó el hostal era acogedor, tenía una mezcla de muebles antiguos con un pequeño jardín donde las mesas eran de cristal y diferentes colores, apetecía tomar un refresco a cualquier hora del día.
Deshice las maletas y descansé un poco hasta la hora de la cena, sobre las ocho de la noche llamé a mi amiga del trabajo para decirle que ya estaba por fin en el sitio que quería. Al término de la cena cual fue mi sorpresa que un señor se acercó a mi mesa pidiendo disculpas por su atrevimiento y se ofreció para invitarme a una copa “siempre que usted acepte (se refería a su amigo y él) ¡bien gracias ¡ acabé la noche en el jardín con unos Sres, que no conocía de nada pero que a las dos horas parecíamos amigos de toda la vida.
Miguel y Ángel eran comerciales y por su trabajo siempre estaban viajando. Les pregunté si conocían bien la Ciudad para que me orientaran un poco para los trámites que debía de hacer (no se los comenté) y algunas direcciones sí me dieron. Miguel como dejándolo caer dijo lo siguiente “María pienso que no será la última vez que te vea” intercambiamos nuestros teléfonos y nos despedimos con un beso y un “hasta pronto”.
El día siguiente fue bastante movido recorrí todo lo que Miguel me aconsejó, fui al Registro y pregunté si el nombre de mi padre figuraba en el Padrón, la respuesta fue negativa pero aún así, seguí caminando hacia el juzgado por si pudiera aparecer fichado por alguna cosa leve, la misma respuesta todo negativo, no aparecía su nombre por ningún sitio.
Me quedaba mucho por hacer. De lo que me di cuenta es que todo lo hacía y a nadie daba cuentas era feliz, me decía a mí misma ¡Ya llegará! subí las escaleras del hostal sintiéndome libre. Abrí la puerta de la habitación y sentí una sensación muy buena, me llamaba la ducha.
De nuevo en el comedor estábamos las mismas personas solo faltaban Miguel y Ángel, me acordé de ellos y en ese mismo instante me sobresaltó el timbre del teléfono.
-Diga, pregunté
-Soy miguel, pensé que al ser la hora de la cena te encontraría seguro ¿te molesté?
-No en absoluto, ¿Cómo estás?
-Ahora bien escuchando tu voz, tienes algo que contarme, tuviste suerte en tu “investigación”
-No te rías, para mí es muy importante, es una pieza fundamental en mi vida, te rogaría lo tomaras con más seriedad.
-Perdón María, no fue esa mi intención todo lo contrario – cien veces te pido perdón- es que no sé cómo empezar una conversación contigo fue muy poco el tiempo que estuvimos juntos y no sé como acertar. Tendrás que acordarte siempre que yo no le doy a partir de ahora explicaciones a nadie, pero para que sepas una cosa estaba pensando en ti, - ves como yo sí se romper el hielo – en la noche que cenamos juntos yo me lo pasé muy bien con vosotros y estuve encantada de haber tenido la suerte de compartir mesa, en cuanto a conocernos más, de ti depende, soy libre y acepto toda clase de amigos pero en MAYÚSCULAS, no quiero personas que se formen una imagen que no corresponde a mí.
-María, te pido perdón de corazón
-Bueno pienso que me pasé, pero si digo las cosas claras desde el principio nadie sale perjudicado ¿a qué estás de acuerdo?
-Totalmente María…………
-¿Miguel dime porqué ese silencio?
-Porque me acuerdo de ti y eso no es bueno, viajo mucho y no sé cuándo podré verte otra vez, si no coincidimos ¿me llamarás?
-Claro que sí, a partir de ahora te nombro amigo en MAYÚSCULAS.
-Ves María como no me equivoqué contigo, nunca sé por dónde vas a salir, eres estupenda.
-Basta de halagos te diré que aquí voy a pasar dos días más.
-bien acuérdate de mí
Nos despedimos con un hasta siempre pero reconozco que me gustó su llamada. Se sirvió la cena, la niña se me acercó quiso sentarse conmigo a lo que los padres reaccionaron, no se preocupen, no molesta para nada.
-Es que le gusta irse con todo el mundo y no sabemos qué hacer, cualquier día la perderemos.
-No diga eso ni en broma, esta noche invito a su hija a cenar juntas las dos a nuestra manera, me hará bien.
-Hola, ¿cómo te llamas? Le pregunté
-Pues pequeña me dicen todos, pero papá y mamá dicen que me llamo Lidia.
-¿Te gusta tu nombre?
-No sé dicen que es bonito, a mí me gustaría llamarme Esther como mi mamá.
-Pues que una muñeca tuya se llame Esther y ya está solucionado.
-Que bien, voy a decírselo a mamá.
Salió corriendo vi cómo reían y me gustó, Lidia volvió enseguida y empezamos a cenar
-Papi quiero quedarme con María.
-Mañana nos vamos y hay que descansar pequeña
-Ves María como me llaman pequeña.
-Bueno Lidia le voy a pedir a tus papás que a partir de ahora te llamen Lidia porque ya tenemos una señorita que no se levanta de la mesa mientras come ¿de acuerdo?
La noche era estupenda intenté alargar el tiempo en el jardín, escuchar la música de fondo que era muy suave y se deslizaba por todos los pasillos del lugar. El nuevo día me esperaba para visitar sitios oficiales donde poder documentarme, contrastar datos sabiendo de antemano que como iban las cosas pocas alegrías tendría, pero yo siempre adelante, tenía ganas de decir PAPÁ ó era un sueño que yo me había inventado para llenar mi vida vacía.
Tomé otra decisión y decidí ir directamente a Sevilla, mi madre la nombraba mucho no sé por qué pero tuve una corazonada. Quedaban dos horas para llegar, en una parada compré el periódico para ponerme al día. Llegué a mi destino un pueblo pequeño dónde había oído a mi madre hablar (todo esto eran recuerdos) de él pero no sabía el por qué.
Este hostal no era como el anterior, las Comunidades llevan su sello. Tenía que comer algo pero antes me daría un baño estaba muy cansada y me vendría bien.
Bajé al comedor me sirvieron muy bien se notaba que su gente en esa ciudad sabía lo que era hospitalidad. Por la tarde decidí hablar con el gerente del hostal, le pregunté algunas cosas referentes a los familiares que estaba buscando.
-Tendré que hacer algo tengo mucho interés en localizarlos.
-No pierda la esperanza, yo por mi parte iré preguntando a los amigos haber si le puedo ayudar, de acuerdo?
-Es usted muy amable, pero si no encuentro nada me marcharé enseguida.
Me arreglé un poco, cogí el bolso y salí a la calle, recorrí varias paseos estupendos, pequeños pero estupendos era como si el ambiente y el olor fueran diferentes, decidí sentarme al lado de una señora mayor que cuidaba a su nieta , de pronto le pregunté: ¿es usted de aquí?
-sí como no,
-verá yo soy de fuera y estoy buscando a unos familiares y no sé por dónde empezar.
-Pues pregunte niña? Le diré si sé algo.
-Verá sus apellidos son “del Valle y también Ruiz”
-¿Ruiz del Valle los médicos?
-Pues sí, creo que son médicos (yo no lo sabía pero por si acaso lo dije)
-Cuanto lo siento señorita, esa familia se trasladó a Madrid, porque el señor mayor falleció y sus hijos se marcharon, sólo vienen alguna vez al año para dar una vuelta por la casa, se la cuidan unos amigos míos ¡mire, mire, esa casa es de ellos! ¿Quiere que hable con mis amigos?
-Pues sí, ¿no será mucha molestia?
-No que va para eso estamos.
Me sentí rara, empecé a ponerme nerviosa y no sabía por qué, sí, sí lo sabía empezaban a dar frutos mis pasos, nos fuimos a la casa y me los presentó, eran unos señores mayores me hablaron de todo lo que sabían, me despedí dando las gracias y con la dirección de mi posible familia.
De vuelta a Madrid no había duda iba por buen camino. Llegué a la casa llamé al timbre y una señora mayor me recibió, pregunté por los Sres de la casa y después de esperar unos minutos apareció un hombre que no me dio buena impresión, era muy serio, como si estuviera enfadado con todo el mundo.
-Señorita que tal?
-Muy bien, vengo desde lejos únicamente para ver si puedo encontrar a mi padre que hace años no veo, se marchó de casa y yo era muy pequeña para comprender, así que aquí me tiene delante de usted sin saber cómo empezar a preguntar cosas que me puedan ayudar a dar con él, los señores que cuidan sus casas en Andalucía me dieron esta dirección.
-Pase a mi despacho y hablaremos más tranquilos
-Gracias
-Su nombre
-Ó perdón, me llamo María del Valle Lara
-Bien vamos por buen camino con usted, me podría dar más datos sobre su padre si los recuerda.
-No, sólo que yo tenía unos meses y se fue de casa dejándonos solas y luego mi madre siempre intentaba desviar el tema para no seguir con la conversación, sé que estoy robándole tiempo pero entiéndame ahora soy mayor, mi madre hace meses falleció y no quiero quedarme con la duda de dónde está mi padre si es que vive.
-Yo pienso que eres muy valiente intentándolo ¿puedo tutearte?
-Claro que sí.
-Pues tendrás que hacer lo mismo conmigo, no te asustes si te digo que eres mi sobrina, ahora bien, de tu padre nadie sabe nada, hace muchos años desapareció, ¿cómo, no lo sé? Teníamos poca relación pero esa poca se fue perdiendo poco a poco, espero que estés mejor de ánimos, ¡Ha! “Suerte”, me levanté casi sin poder, cómo podía hablar tan frio y más sabiendo que era de su familia, yo no comprendía nada lo único era que con su “SUERTE” me despedía de su despacho y ahí se acabó la historia. Se tuvo que dar cuenta de mi expresión porque me pregunto ¿te encuentras bien?
-Si, si, del todo bien perdona las molestias, espero no tener que volver jamás. Cuando estuve en la calle y el aire dio en mi cara sentí alivio, se había acabado todo y me hice la pregunta ¿dónde estás?, me senté en un banco del parque y llamé a Miguel, marcando los números me di cuenta que estaba llorando pero seguí esperando respuesta……..
-¿Sí?
-Miguel, soy María y estoy en Madrid, ¿dónde estás? Te necesito.
-¿Qué te pasa por qué lloras? Yo también estoy en Madrid iba a llamarte esta noche como siempre.
-Tenemos que hablar, dime dónde nos vemos pero que sea pronto.
-Dentro de 30 minutos en la cafetería Gallega cerca de la estación.
Lo vi venir y me levanté abrazándome a él como una niña llorosa.
-¡Que ha ocurrido! Dímelo por favor no puedo más.
-Verás conseguí dar con mi familia, hoy supe de dónde vengo pero para decirme que de mi padre no saben nada he pasado por una clase de desprecio y una frialdad que jamás imaginé, es como si te dijeran “bien y qué”, te lo resumo porque fue mucho peor de frio y no quiero recordarlo, ahora sé que estoy sola, no tengo dónde ir.
-Mira María, de momento te doy cinco minutos para que pienses si te vienes conmigo a Valencia, tengo una oferta de trabajo,
-Síiiiiii, me voy contigo buscaré trabajo dónde sea para seguir.
-Cuidaré de ti con MAYÚSCULAS, dame por lo menos un beso de amigos.
-Seguro que quieres que vaya.
-Tan seguro, ves preparando las maletas y a las 8 te espero aquí.
Esta vez le cogí la mano, y él me la besó (causa por la que volví a llorar).
-Se acabaron las lágrimas ¡venga a por las maletas!
Miguel era representante de unos laboratorios farmacéuticos, cuando llegamos me presentó al director de la clínica de geriatría y los dejé trabajar, baje para tomar el aire y al salir observé el panel de ofertas: SE NECESITA PERSONAL, CELADORES, AUXILIARES, TELEFONISTAS, en fin no podía perder ninguna oportunidad el dinero ya me daba un toque de atención, así que decidí comentarlo con Miguel cuando acabara.
-María ya estoy aquí, acepté la oferta me quedo en Valencia, seré el coordinador del área de farmacia y como son los mismos productos que venía ofreciendo también tendré beneficios ¿Qué dices?
-Estupendo, yo de momento voy a pedir trabajo aquí, mira en este panel ¿Qué dices?
-Mira lo que digo: te abrazo porque así no nos separaremos, y si tienes algún problema cuenta con el director, hablaremos con él.
Han pasado 15 días desde que se me hizo la entrevista me aceptaron como auxiliar de enfermería, así que cuido ancianos, soy feliz y me mantengo sola como siempre me ha gustado, ha Miguel lo veo alguna vez por los pasillos, y los domingos vamos al cine, si él no tiene ningún compromiso.
Pasaban los días me encontraba bien de ánimo, tenía un buen grupo de amigos y la supervisora cada vez ponía más responsabilidad en mis manos.
Alquilé un piso, compre un coche pequeño para desplazarme por la ciudad, en fin las cosas funcionaban. Un día me llamó la supervisora para hablar conmigo.
-Pasa María tenemos que hablar: mira estamos todos los del equipo de la clínica buscando una persona que se haga cargo de un enfermo un poco especial, y ahí entras tú, hasta ahora todo son alabanzas hacia ti por lo tanto si quieres el puesto lo piensas y me lo dices para yo poder comunicarlo,
-Acepto, cualquier cosa.
-Hay que estimularlo en el tacto, la vista y conseguir que quiera caminar, al mismo tiempo hacerle que pronuncie alguna sílaba ó palabra ¿te ves capaz?
-Claro que sí, soy muy cabezota.
-Cuando empiezo, tengo ganas de conocer al anciano “díscolo”
-De momento no puedo decir nada de su origen por que todo es confidencial, todo a su tiempo.
-Gracias por pensar en mí, hasta luego.
Acabe mi turno y marché a casa, sonó el teléfono era miguel, ¿cómo está mi enfermera favorita? muy bien, la supervisora empieza a pedirme trabajos de confianza.
-Ya lo esperaba el otro día me comentó que la nueva auxiliar destacaba en su trabajo muy aprisa, ella no sabe que nos conocemos y le dije ¿pues póngala a prueba y verá de todo lo que es capaz? no te enfades y no me castigues lo hice porque es verdad.
-¡castigado! Sin cine el domingo, ja,ja,ja, tengo cosas que hacer hasta mañana ya nos veremos en el trabajo adiós.
Entré en la habitación y me encontré con un anciano sentado en una silla de ruedas, le dije ¡hola! Pero no contestó, así que nos dirigimos al jardín a pasear y haber si tenía suerte y podía leerle un poco. Me senté a su lado y empecé diciéndole que me llamaba María y que a partir de ahora estaría con él todos los días, así que empecé con mi trabajo, le cogí la mano le acaricié muy suave los dedos al mismo tiempo le dije que si me oía moviera un dedo ó la mano, tampoco obtuve respuesta así pasamos una hora pero no se hizo larga (no era agresivo, y podría serlo) se portó muy bien.
Encontré a Miguel por los pasillos y le dije que todo iba muy bien y que él tenía la culpa de que ahora me tuviera que esforzar para no defraudar a nadie, le saqué la lengua y seguí mi camino.
Nueva llamada de la supervisora, me pidió que le informara de cómo me iba con el anciano, le dije que muy bien de momento nada nuevo pero que haría todo lo posible para ayudar, pienso que me puede ocurrir a mí y no me gustaría tener a un sargento a mi lado si así fuera.
Fui a recoger a mi ancianito para el paseo, esta vez dediqué el tiempo en las piernas para ver hasta dónde podía exigirle y no se quejó de nada así que seguí, flexioné sus pies, las rodillas y luego le di un masaje para la circulación, subí la mirada y se nos cruzó, tenía la mirada triste.
Pasaron 3 semanas y me llamó la supervisora a su despacho.
-Pasa María siéntate cómoda, nuestro amigo díscolo no se ha quejado para nada de ti y eso es para darte la enhorabuena en tu trabajo, pero no te relajes y empieza cada día con algo nuevo y si hay cambios enseguida me los haces llegar, por mi parte no te llamaré más, gracias María.
Pasó otra semana y un día cuando le cogí las manos noté que quería apretar la mía, me asusté pero le sonreí para darle ánimo, lo dejé en su habitación y corrí a ver a la supervisora, se quedó de piedra y dijo: ¡bien! Ya vamos por el buen camino ¿a qué vas a ser tú quien lo saque de dónde está?
Así pasaban los días cada uno diferente, pero cuando ya no me esperaba más cambios escuché ¡María! Fue muy despacio tardó tiempo pero lo dijo, llamé a una compañera y me sustituyó para que pudiera buscar a la supervisora.
-¡No me lo creo, acaba de decir mi nombre!
-Seguro, seguro.
-Cierto, ahora es cuando yo quiero saber cosas de él para poder trabajar en su pasado,
-Bien, este señor hace muchos años que lo tenemos aquí, las facturas las pagan sus familiares y de momento nada más te puedo contar, cuando veas mas adelantos lo dices y hablamos, ¿de acuerdo?
Seguí con mi trabajo, cada día veía como adelantaba, movió la mano, giró la vista eso quería yo, lo conseguía, un día con suavidad subí sus manos a mi cara para que pudiera acariciarme y no podía ser, me estaba volviendo blanda con él solo quería acariciarle y darle muestras de cariño, pero ese no era mi trabajo, así que decidí no repetirlo, retiré mis manos y vi una lágrima resbalar por su cara ¡qué pasaba! Lo llevé a su habitación, ya había llegado al límite, entre en el despacho dispuesta a todo, ¿Qué es lo que está pasando con mi paciente?, necesito saber si el anciano tiene una señal en el cuerpo porque ya no aguanto lo que estoy imaginando.
-¿Piensas que tienes algo que ver con él?
-Pienso que sí, por eso quiero ver su cuerpo.
-Hablaré con el Director y te contestaré enseguida.
Pasaron 2 horas, mi cabeza no daba para más se lo conté a miguel y me aconsejó paciencia para que estuviera tranquila.
Entré en el despacho del director, siéntate dijo, bien María hemos comprobado lo que insinuaste y es cierto tiene la mancha dónde dices, ¿porqué sospechaste algo sobre su identidad?
Lo conté todo desde el principio, fue una descarga de toda una vida, y lo necesitaba. Le dije al director que al mismo tiempo de ayudarle lo que hacía era quererlo y eso no era normal.
-Mira todo nos lleva a relacionarte con él pero la familia dice que no se mueva de la clínica (por si tu intención es sacarlo de aquí) porque está bien cuidado y ellos corren con los gastos, así que tengo que decirte que en verdad “es tu padre” me lo ha confirmado la familia, también dicen que no sabían de tu existencia hasta que fuiste a su casa.
Mi consejo es que disfrutes de tu padre y te olvides de la familia.
Claro que iba a disfrutar, corrí por los pasillos y le dije a la supervisora en el despacho que por favor dejaran que fuera yo quien lo cuidara, necesitaba tenerlo siempre cerca y poder tocarlo y acariciarlo como lo que es, mi PADRE.
Un día trabajaba con él, otro paseábamos al otro le contaba cosas de mi infancia, no decía nada pero me bastaba su compañía era un regalo que se me hacía después de tanto buscar, nunca he dudado que pudiera oír, porque mi nombre sí lo dice, así que estoy muy contenta.
Llegó el invierno y se puso enfermo, no me separé de su lado ni un minuto, mis compañeras ya lo sabían y me ayudaron mucho con los turnos para que pudiera hacerle compañía.
Al cabo de 15 días ya estaba para salir al jardín y así lo hicimos, de nuevo le hablaba de todo, sabía que no tendría respuesta pero era igual, hablaba con mi padre, llegó Miguel y me puso sus manos en los hombros y me dijo: María te veo contenta lo conseguiste, pero no te esfuerces ¿no ves que no sabe que eres su hija? Me volví y mirándole a los ojos le contesté, pero yo si sé que es mi PADRE.