Serge de Diaghilev
(Serge, Serguei o Sergei Pavlovich Diaghilev o Diaguilev;
Gruzino, Rusia, 1872 - Venecia, 1929) Empresario, director artístico y crítico
de arte ruso, uno de los nombres clave en la renovación experimentada por el
ballet en el transcurso del siglo XX. A él se debe la fundación, en 1909, en
París, de los Ballets Rusos, compañía que aglutinó a los mejores bailarines y
coreógrafos (Balanchine, Fokine, Karsavina, Massine, Nijinska, Nijinsky),
pintores (Bakst, Benois, Braque, Derain, Matisse, Picasso) y compositores (Debussy,
Falla, Prokofiev, Ravel, Satie, Strauss) del momento.
Serge Diaghilev
Los Ballets Rusos hacían realidad la ideas del bailarín y
coreógrafo ruso Michel Fokine acerca del ballet, entendido como el arte que
integraba la música, la danza, el teatro y la pintura. Cuando en 1909 Diaghilev
lo invitó a formar parte de la compañía como coreógrafo principal, Fokine pudo
llevar a la práctica su punto de vista, que rechazaba la mímica convencional y
abogaba por la integración de la danza, la música, el argumento, la
escenografía y el vestuario en una sola unidad. Diaghilev, por su parte, tenía
un don especial y muy eficaz a la hora de encajar en un equipo a personas de
talento y de estimular sus capacidades creativas. La unión de tantos y tan
dotados artistas en un proyecto común sirvió de catalizador del vertiginoso
desarrollo de las artes a principios del siglo XX.
El gran éxito de sus espectáculos, no exento de escándalo
por su estética revolucionaria y antiacadémica, renovó por completo el mundo de
la danza clásica al aunar en un mismo espectáculo composiciones musicales,
coreografías y formas artísticas de vanguardia. La labor de Sergei Diaghilev
supuso además el descubrimiento y la confirmación de diversos artistas jóvenes.
Especialmente intensa fue su relación con Igor Stravinsky, cuya colaboración
con Diaghilev dio como fruto algunas de las obras paradigmáticas del repertorio
musical contemporáneo, como El pájaro de fuego, Petrushka, La consagración de
la primavera y Pulcinella.
Ejemplo memorable de esta conjunción de talentos innovadores
fue la primera representación, el 29 de mayo de 1913, de La consagración de la
primavera en el teatro de los Campos Elíseos de París. El estreno de esta obra
de Stravinsky, puesta en escena por los Ballets Rusos de Diaghilev, constituye
aún hoy el mayor escándalo en la historia de la música por lo inaudito en
aquella época de sus ritmos y sonoridades. A las escalas disonantes, las
extrañas combinaciones instrumentales y los rápidos cambios de tempo, que
causaron gran tensión entre el público, se sumó la exótica coreografía del
bailarín ruso Vaslav Nijinsky y los extraños decorados y vestuario de Roerich.
El ballet era una danza frenética de acción salvaje y furor desenfrenado, donde
se exaltaba el rito de la fecundidad de la tierra y se sublimaba la unión del
hombre con la naturaleza. A pesar de que en su primera noche en Londres, en
julio de este mismo año, la obra fue mejor recibida, el rechazo de un sector de
la crítica siguió siendo feroz. "No tiene ninguna relación con lo que
nosotros llamamos música", escribió un crítico.