Os quiero dejar este regalo en Navidad.
Esta narrativa se me premio en la comunidad Valenciana con un 2º premio.
Es como la vida misma, leerla y ya me diréis, un beso.
SUEÑA CARIÑO
Esta narrativa se me premio en la comunidad Valenciana con un 2º premio.
Es como la vida misma, leerla y ya me diréis, un beso.
SUEÑA CARIÑO
Amaneció
un día gris, pero
tenía muchas cosas que hacer y necesitaba tiempo para no ir agobiada, después del desayuno
y cuando Alex mi marido se fue a caminar, arreglé la casa y salí a la calle dispuesta para
hacer las compras necesarias para el fin de semana, venían mis hijos y nietos
por lo tanto tenía unas horas bastantes ocupadas con ellos, debía aprovechar
ese tiempo para dedicarles toda mi energía, era mejor tenerlo todo preparado.
Volví a casa un poco cansada pero valía la pena, Alex ya estaba esperando y
como siempre le pregunté ansiosa,
- ¿Ha llamado alguien?
- No Alma, no han llamado.
Llegó la tarde y fuimos a ver a
unos amigos, el tiempo había cambiado
salió el sol y la humedad había desaparecido así que al llegar decidimos que la
cena se prepararía en el jardín, eran las siete de la tarde hora bastante
apropiada para la cena, jugar y tener una partida con ellos al mismo tiempo que
charlar. Volvimos a casa dispuestos a disfrutar del descanso.
Estuvimos viendo una película
juntos y comentándola, nos gustaba hacerlo porque casi nunca estábamos de
acuerdo en los temas, al terminar subimos al dormitorio.
- Buenas noches cariño.
- Buenas noches.
Mi marido era mi mayor apoyo,
con el todo era más fácil, no le gustaba hablar por hablar siempre debía tener
un argumento y el siempre lo tenía, no sabía cómo pero con su voz dulce siempre
hacía que yo no fuera tan impulsiva, incluso activa algo que nunca conseguía,
mi parcela la respetaba a tope.
Alma por favor, ¿no quiero que lleves
demasiadas cosas a la vez? Y yo le contestaba ¡SI! luego nos reíamos y seguíamos igual.
Llegó el domingo, estaba
emocionada porque venían mis hijos, miré al cielo y dije, hace sol hoy será un
estupendo día para ellos, podrán jugar en el jardín les encantaba, y claro toda
la gente estaba viéndolos como disfrutaban, era una delicia ver cómo las
familias con tan poco podían ser felices, yo a mis hijos siempre les hacía
muchas preguntas y más preguntas, algunas las contestaban las otras se callaban
diciéndome, ¡mamá no es cosa tuya! Claro
pues a callar, los hijos se hacen mayores.
Al terminar la jornada recogí
todo lo que pude para que al día siguiente la chica que viene para ayudarme no
tuviera tanto trabajo y pudiera irse pronto, ella también tenía familia con un
niño pequeño a quien cuidar, un marido y su padre que pasaba pequeñas
temporadas con ella, decía que este clima le sentaba bien así que siempre por
primavera teníamos el gusto de verlo. Por la noche nos quedamos comentando todo
lo sucedido con una sola ilusión verlos pronto, los niños crecen y hay que
sacar partido a sus pocos años, no nos sentíamos mayores pero sí lo éramos.
- Buenas noches cariño.
- Buenas noches, hasta mañana,
leí un poco me quedé dormida sin darme cuenta con el libro en las manos.
La mañana la ocupé con el
arreglo del jardín, me gustaba y me relajaba ver cómo crecían toda clase de
flores incluso arbustos, todo lo que fuera tener vida, volví dentro y pregunté
a Alex,
-¿Ha llamado alguien?
- No Alma, nadie ha llamado,
miré a mi marido, él sabía muy bien porqué preguntaba pero nunca había un
reproche por su parte.
Todo se organizó casi sin
pensarlo, decidimos junto con los amigos hacer un viaje cerca como siempre,
pero la sola idea de salir a las mujeres nos hacía ilusión, empezamos con los
preparativos, ropa adecuada y poco equipaje ese era el lema de Alex, como
siempre tenía razón algunas veces le pedían consejo los amigos y les contestaba
lo siguiente: hacer siempre lo contrario de lo que os pida el cuerpo, ante esto
lo siguiente eran risas, y más risas.
Llegamos al sitio que era
estupendo, el mar se veía tan azul que
impresionaba tanta belleza, los días siguientes recorrimos mercadillos típicos
de la zona, la Iglesia
del pueblo, una fábrica dedicada al textil, un almacén dónde se dedican a
trabajar el cuero algo muy curioso que nos gustó mucho, compramos algunas
tonterías para los más pequeños y al final de la semana, ya queríamos estar en
casa otra vez.
Por estas fechas se acercaba el
cumpleaños de uno de mis nietos y mis hijos decidieron hacer una fiesta para
todos los amigos tanto mayores como pequeños, el tiempo acompañaba se celebró
en el jardín, niños por todas partes jugando y corriendo pero el final siempre
es el mismo alguien se lastima y acaba la fiesta, pero el día fue maravilloso.
Lo que más me gustaba de esas fiestas era que contaran conmigo para la
organización, me conocían y sabían que podían estar tranquilos, todo lo
vigilaba para que saliera bien. Ese día algo sucedió que me preocupó, encontré
a mis hijos discutir entre ellos no sucedía a menudo pero tenía que ser
importante porque cuando me descubrieron dejaron de hablar, eso no lo comenté
con Alex no quería preocuparle ¿para qué? A lo mejor era cosa de celos entre
ellos, siempre los habían tenido, parecían que no maduraran en ese sentido, lo típico,
mamá quiere más a uno que al otro, así que no le di importancia.
Al día siguiente al volver de
clase de Historia (algo que me gusta y no pude hacer antes) volví a preguntarle
a Alex,
- ¿Cariño llamó alguien?
- No Alma, nadie ha llamado.
Seguí con mi tarea tenía que
preparar la cena, leer un artículo muy interesante que me dio la profesora para
preparar el examen de fin de curso, esa noche no pudo ser me sentí indispuesta
y decidí acostarme, como no mejoraba Alex decidió que teníamos que ir al médico,
así lo hicimos pero el doctor por precaución pensó que debía pasar la noche
allí en la clínica, Alex llamó a los chicos les faltó tiempo para venir, yo le
dije que no les asustara que me encontraba bien, pero claro al verme ya se les
pasó el susto, por eso nunca quiero alarmarlos, mejoré enseguida porque a las
pocas horas el doctor me dio el alta.
Cuando llegamos a casa Alex
quiso que me acostara, me cubrió con la sábana y me dijo que intentara dormir
un poco, duerme y sueña cariño, yo estoy contigo.
El día de las fiestas
patronales decidimos celebrarlo en casa de nuestra hija, fue un día estupendo
la casa estaba llena de gente que por suerte a todos conocíamos, al final de la
jornada regresamos a casa y como siempre de nuevo a solas, Pasaban los días muy
deprisa hasta que me atreví a preguntar.
- ¿Han llamado?
- No cariño, no han llamado
Preparé la cena y al terminar
me fui a la cama, Alex me acompañó me ayudó a acostarme, y como siempre hacía
cuando me veía así me tapaba dulcemente y me decía, sueña cariño mañana será
otro día diferente, yo me sentía tan bien que nada necesitaba, sólo él y mis
hijos, nos queríamos tanto que nunca habían disputas entre nosotros.
Como reanudé mis reuniones con
las amigas, todo seguía igual, un día llegué a casa corriendo y pregunté,
- Llamó alguien
- No Alma, no llamaron
Bien, - contesté – empecemos a
preparar lo necesario para la semana que viene, es nuestro aniversario y quiero
que todo esté en su sitio, así que prepara juegos para los más pequeños.
Todo salió bien, acudieron mis
hijos y mis amigos, pienso que por el ambiente debieron pasar un día relajado y
en familia, esa era mi intención.
La discusión entre mis hijos
días atrás, aunque yo creí olvidada, no fue así, por lo tanto decidí preguntar
a Alex si sabía algo al respecto,
Alex me contestó que no,
incluso insistió en lo siguiente ¡por favor, ya son mayores! Déjalos, si nos
necesitan ya nos llamarán, saben que esta casa es suya y que nos tienen para
todo.
El día era gris pero con buena
temperatura, sonó el teléfono, mi amiga Elena quería pasar unos días con
nosotros.
Llegó a media tarde, Elena era
mi mejor amiga de toda la vida, nos conocimos en un campamento cuando tan solo
teníamos doce años y nunca nos hemos separado, puedo decir que soy muy
afortunada teniéndola a mi lado. Alex y yo la estábamos esperando en el salón,
siempre era bienvenida pensaba pasar tan solo un par de días.
Elena no se había casado,
¿motivos? No los sé, nunca le pregunté, no me gusta hacer preguntas que nunca
se me van a contestar, y de este tema jamás hablamos a pesar de la amistad que
nos une, subimos a la habitación, deshizo la maleta y fuimos al salón para que
descansara un poco del viaje, hablamos de todo, Alex se ofreció para que esos
días si queríamos lo dedicáramos a nuestras cosas, como ir de compras y
olvidarnos del reloj, -mi marido era una joya- en las tiendas todo lo tocábamos
pero al final nada comprábamos, bueno ella sí, disfrutaba cambiando el armario
cada temporada.
Me retiré pronto esa noche, los
dejé para que hablaran, a Alex también le gustaba su compañía solía tener
confidencias que no tenía con nadie, sería porque Elena para cuidarme era la
mejor.
-¿Cómo la encuentras? Preguntó Alex
-Bien, mejor que otras veces,
parece más relajada, creo que estás haciendo un buen trabajo, siempre se notó
cuanto la quieres.
-últimamente está algo rara y
no sé porqué, no quiero preocuparla, si sucede algo me lo contará.
-Bueno Elena ¿cuéntame algo
sobre tu vida? Sé por Alma que estás bien pero si tú me lo dices me quedaré más
tranquilo.
-Sí estoy bien, dedico parte
del tiempo a caminar, leer y asistir a clase de cerámica allí estamos un grupo
estupendo y lo pasamos bien, los fines de semana toca familia, y así siempre
igual, estoy sola porque me gusta ser libre, cuando pude rehacer mi vida no fue
posible, así que sólo espero paz interior.
-¿Y tú Alex, cómo estás?
-Bien, lo llevo con serenidad,
Alma y yo nos queremos mucho ya lo sabes, así que entre leer, salir con los
amigos y alguna cosa más tengo suficiente, Alma necesita mucho cariño, no es la
mujer fuerte que aparenta, pero si no actuara así sufriría mucho y lo pasaría
peor, esperemos que todo cambie aunque me duele verla sufrir, siempre llora a
escondidas cuando creé que yo no la veo, Alma no es la imagen que da, es como
una flor, hay que cuidarla para que no se marchite, mañana se levantará y de
nuevo se comerá el mundo.
Desayunamos los tres juntos,
nos preparamos para salir, (las dos) cogimos el coche por si las compras le
apetecían fuera de la Ciudad, íbamos hablando sin parar contándonos cosas
graciosas con toda la intención de pasarlo bien, de pronto se fija y ve que no
había gasolina en el depósito, de la risa que nos dio tuvimos que parar porque
cosas así nos sucedían desde que éramos niñas, nosotras, cuando estamos juntas
sólo pensamos en disfrutar y pasarlo bien.
Compramos poco, sólo ropa para
la casa algo nuevo para renovar, así que para la hora de la comida ya estábamos
en casa, nos recibió mi marido estaba contento de vernos tan alegres, le
gustaba mucho verme reír siempre me lo decía.
Un día que pasamos juntas
decidimos ir al campo para coger hierbas aromáticas para infusiones, pues bien,
cuando volvimos a la carretera a coger el coche nos lo encontramos con la rueda
pinchada, nos vimos cambiándola y los ojos llenos de lágrimas de la risa,
porque ¿Quién llama a alguien para arreglarla? Así que tuvimos que cambiarla
nosotras solas, el amor propio es muy grande, aún ahora al recordarlo nos
reímos de esas cosas, llegamos a casa y pregunté,
-¿Llamó alguien?
-No cariño,
Los días fueron cortos y Elena
se tuvo que ir, pero prometiendo volver.
-¿Sonó el teléfono?
-No, bueno sí, los amigos del
Norte preguntando cómo estábamos, te mandan recuerdos.
-Alma, te preocupa algo –me
atreví a decir-
-No ¿por qué?
-Nada, creí verte estos días
como triste, y apenas hablas.
-Bueno de momento no tiene
importancia, sólo que el otro día volví a ver a los chicos un poco raros, ya
sabes lo que pienso de ellos son tan diferentes los dos.
-Déjalos siempre hemos dicho
que tienen celos entre ellos, ¿Entonces puedo estar tranquilo?
-Sí Alex, de momento tranquilo,
si hay algo más sabes que te lo cuento.
-¿Cómo han sido estos días con
Elena? ¿Habéis hablado mucho?
-Como siempre, ¡SI!!!!
-Estupendo, quiero verte alegre
y feliz.
-En fin ¿cenamos?
-Cenemos.
Así era Alex discreto siempre
esperando el momento para preguntar con delicadeza, y no hacer que me sintiera
culpable de nada.
Los campos estaban verdes, las
flores de diferentes colores alegraban la vista, daba gusto pasear por las
mañanas temprano cuando todavía no empezaban las máquinas su trabajo y los
vehículos no hacían ruido con el claxon demostrando su enfado por todo.
Era la hora de ir los niños al
colegio, despacio y en orden caminaban cogidos de la mano con sus padres, cada
uno con sus problemas y alegrías, un niño le preguntó a su madre,
-¿Y papá?
-Está trabajando –no era
verdad, pero el niño no la entendería-
-¿Siempre?
-Claro, lo verás cuando termine
su trabajo el domingo, luego le preguntas y le cuentas cosas del colegio y de
tus amigos, él se alegrará.
-Bueno esperaré, pero mi papá
trabaja mucho, ¿verdad mamá?
-Sí mi vida.
Por la conversación intuí lo
que pasaba. Llegamos al Centro Comercial, hicimos algunas compras para poder
guardarlas en el almacén para las ocasiones y tenerlas de reserva. El coche iba
lleno al completo pero nos daba igual, habíamos comprado más de lo pensado,
incluso algunas semillas para el jardín, dos libros para Alex, y regresamos a
casa. Descargamos las compras despacio y cuando ya estábamos en el sofá
pregunté.
-¿Cuándo llegaste había algún
mensaje?
-No.
Solo era por preguntar, pero si
llaman me lo dices enseguida. Alex me miró y dijo, Alma si llama alguien te lo
diré, siempre lo hice no te preocupes. Acabamos el día viendo una película en casa juntos como nos
gustaba, comentando todo, nos atrevíamos hasta con los guiones, cosa que nos
hacía gracia porque para nosotros la película tenía que terminar siempre a nuestro
gusto, y bien. Como siempre me tapó, era su pequeña y eso me gustaba, nos dimos
las buenas noches y dijo: espero que sueñes mucho y me lo cuentes, te quiero
Alma.
Al amanecer me desperté, no
podía dormir, mi cabeza estaba en otro sitio, en las cosas que no comprendía y
las veía injustas pero así era la vida, no quise atormentarme y decidí preparar
el desayuno, cuando estaba en la mesa llamé a Alex, y al acabar le propuse:
-¿Y si nos vamos con mis
hermanos?
-¿Para cuantos días?
–respondió-
-El tiempo que tú quieras, pero
dame el suficiente para que podamos
salir a pasear, de compras, y ver el musical que tanto me gusta, mi hermano y
tú ya os organizáis con los amigos.
-Alma tengo que hacer el
balance de la Sociedad y eso me llevará unos día, pero nos vamos cuando tú
quieras,-no sabía negarme a nada, le hacía falta salir y no pensar-
Llegamos sin avisar como a mí
me gustaba hacerlo siempre. Nos quedamos en casa de mi hermano, Alex y él
disfrutaban estando juntos tenían amigos comunes y lo pasaban bien, así que
deshicimos la maleta y preparamos el itinerario para los días siguientes, cómo
no, mis hermanas también eran cómplices de todo lo programado.
Fuimos al colegio dónde me
eduqué, las monjas ya son mayores pero han organizado unas reuniones dónde
todas las antiguas alumnas acuden con los maridos, hijos y nietos, todo con la
intención de que no perdamos el contacto entre nosotras.
Al final de la visita
decidieron avisar de nuestra presencia para poder reunirnos ese fin de semana.
Acudimos sobre las 11h, fue una experiencia muy buena, aunque cada año se
intentaba que no se alargara mucho nuestro encuentro nunca lo conseguíamos, era
muy difícil reunir a la gente por las mismas fechas.
En el convento ese día era
fiesta para todos, el almuerzo se sirvió en el patio del colegio, dónde tantos
años habíamos jugado todas juntas, aún ahora se conservan los columpios, los bancos para sentarse y el
dibujo en el suelo para jugar a baloncesto con su aro de metal, después como de
costumbre empezamos a contar anécdotas de clase, nuestros hijos y maridos
decían ¡tú decías eso!!! ¡Tú hacías eso!!! Si lo llegamos a saber no os hacemos
caso de pequeños, a partir de ahora todo va a cambiar, risas, y más risas, así
terminaban estas entrañables reuniones “de las antiguas” nos sentíamos
orgullosas de pertenecer a ese grupo, porque no sabemos cómo los demás cursos
nunca volvieron para reunirse igual que nosotras, eso se lo debemos a nuestras
educadoras.
Todo acabó, nos despedimos con
alguna que otra lágrima prometiendo
volver pronto a nuestro refugio, el colegio “de las antiguas”.
Mis hermanas me acompañaron de
compras, mi hermano y Alex fueron con los amigos y luego todos nos dirigimos al
musical que tanta ilusión me hacía. El tiempo volaba y yo no me daba cuenta.
El último día me levanté muy
temprano y les dije que quería pasear sola por el campo cercano, así que cogí
rumbo y caminé despacio sin prisa, no quería terminar tan pronto, a mi lado el
verde me saludaba, las flores y el azul del cielo me acompañó todo el tiempo,
cogí un ramo de pequeñas flores amarillas y se las llevé a Alex, tenía tanta
paciencia conmigo que decidí darle una sorpresa.
-toma por ser como eres.
-¿cómo soy?
-Mi ángel –no te vasta-
-Solo te quiero.
Y haciéndome la mimosa
desaparecí, tenía la maleta para preparar, mis hermanas vinieron a despedirse y
como siempre con un pequeño regalo, tengo mucha suerte de tenerlos a ellos.
Subimos al coche y salimos
rumbo a casa, volvería a estar siempre sola, aunque llevara una vida muy activa
y nunca parara de hacer cosas, no me refería a la soledad de ausencia, sino a
la que duele. El viaje hacia casa fue algo raro, no tenía ganas de comentar los
días pasados, así que decidí mirar el paisaje, los pueblos con sus casas
rurales y el ganado pastando tranquilo, era bonito ver cómo el cielo se abría
para darme paso, no sé cuanto tiempo pasó pero Alex me llamó la atención.
-¿pasa algo Alma? ¿Te molesté
en algo?
-Claro que no, solo que nunca
quiero volver, además me siento culpable, creo que pienso demasiado en mí, este
viaje como todos los que hacemos es para que yo lo pase bien jamás me paro a
pensar si tú vas a disfrutar o no, eso se llama egoísmo por mi parte.
-¿fuiste feliz estos días?
-¡Sí!!!
-Pues olvídate de todo, pero te
voy a hacer una pregunta ¿cómo duermes últimamente?
-Mal, muy mal y poco, te
prometo que cuando lleguemos a casa hablaremos de todo, creo que te necesito
muchísimo ésta vez.
-Me preocupas de nuevo.
-No, disfrutemos del viaje, ya
hablaremos.
Alex era alto, más bien delgado
con el pelo totalmente blanco y se cuidaba bastante, hacía deporte suave como
él decía, su forma de vestir era informal, pantalones de lino, jerséis de polo
y zapatos náuticos, me gustaba mucho yo no tenía problemas con él a la hora de
hacer compras, sus ideas las tenía muy claras, creo que esa sencillez era la
que hacía sentirme tan bien con él.
Por fin llegamos, cogimos el
correo y descargamos la maleta, los nuevos paquetes se quedarían para el día
siguiente. Cuando llegó la noche empecé a ponerme tensa, nadie había llamado
por teléfono, esta vez no le pregunté a mi marido quedaba una conversación
pendiente, así que subí al dormitorio con la intención de descansar.
-¿Alex, subes?
-Sí ya voy.
Cuando ya estaba acostada llegó
y me dio las buenas noches, también me tapó con mucho cariño, pero se quedó en
el sillón leyendo uno de los libros comprados en el Centro Comercial. Tenía
casi miedo que llegara el día siguiente, era la hora de hablar, no podía más.
Deseé quedarme dormida pero no
pude, se hicieron las dos de la madrugada y mi marido al lado dormía, poco a
poco el sueño me venció. Amaneció y desperté sobresaltada, Alex se asustó, ¿Qué
te pasa?
-Nada, abrázame tengo miedo.
-¿De qué? Por favor Alma no
puedes seguir así.
-Ya lo sé, no me sueltes,
quería hablar contigo mañana pero me ahogo.
-Sabes lo mucho que te quiero y
no voy a consentir que te destruyas tú sola.
Nos vimos los dos encima de la cama abrazados,
yo no podía hablar del llanto, las lágrimas corrían por mi cara.
-¿Te das cuenta Alex de que mi
vida es como yo la cuento, no como es? Tenemos hijos pero no los vemos,
esperamos una llamada que no llega, de nuevo rompí a llorar creí que me moría
de angustia, hacía muchas noches que no soñaba y para mí esos sueños eran mi
vida, lo que me mantenía en pie.
-Alex te quiero mucho, pero me
faltan los sueños, esos sueños dónde estoy en fiestas con los hijos, dónde me
piden que les ayude, dónde se pelean por mi cariño, ¡eso lo necesito y no lo
tengo! Si enfermo a nadie le preocupa, no tengo celebraciones ni visitas, todo
eso tan solo está en mis sueños, son imágenes que veo cuando duermo, y al
despertar creo que son realidad, por eso tengo fuerzas para seguir, de nuevo el
llanto me ahogó, me acurruqué en los brazos de Alex hasta que muy despacio me
tumbó en la cama, y al taparme me besó y dijo:
-Sueña cariño, sé que lo
necesitas