Breve historia de Granada
Fueron los ziríes quienes en el siglo XI trasladaron la
capital de "Medina Elvira" («Ciudad Elvira») hasta
"Medina Garnata". La etimología del topónimo es muy discutida,
y podría provenir tanto del árabe (Gar-anat, colina de peregrinos) como
incluso del latín (granatum, granado).
Poblada
desde tiempos íberos (siglo VIII adC) al parecer con el
nombre de "Ilturir", tiene contacto con la cultura de Tartessos y con los pueblos bastetanos. Se conservan restos
de murallas defensivas del siglo VI adC del asentamiento que
cambió su nombre por "Iliberri", que se mantiene hasta su
sumisión a los romanos en 193 adC. Los romanos la
llaman "Iliberia".
Iliberis fue
fundada amurallada, sobre tierra no
ocupada hasta esa fecha, por clientes y parientes de nativos de la costa que
convivían con fenicios en Sexi, está a dos jornadas
del mar en el camino de Linares, tras cruzar el río
Genil, de imprevisible caudal, que era el gran obstáculo de la ruta. Vivía de
surtir de mercadería indígena la costa afeniciada.
La ciudad
forma parte del Reino
Visigodo de Toledo
hasta que en el 711 Táriq somete Iliberis. En
el 713 Abdelaziz conquista
definitivamente el territorio después de sofocar una rebelión. En el 740
hay una rebelión de los bereberes africanos. Tropas sirias acuden a luchar contra ellos. En la península consiguen
vencer los sirios. Se les otorgan tierras en varios lugares, entre otros en
Elvira.
Fue un
importante centro urbano de al-Ándalus, formó parte del Califato de Córdoba integrada en la cora
de Elvira, con capital en "Madina Ilbira" o de "Elvira"
a diez kilómetros de la verdadera Iliberis. Con la llegada de los ziríes en el
siglo XI, se retraslada la capitalidad desde Medina Elvira —en el llano de
Atarfe— hasta su primitiva ubicación junto a "Garnata al jaud"
—que era lo que quedaba de la antigua Iliberis, un barrio judío ubicado en la salida
sur y con infraestructura hidráulica romana— o sea en la cima del Albaicín.
Posteriormente se ocupó la ladera por bereberes, después el piedemonte por la clase pudiente
y después los altos del Albaicín por los refugiados andalusíes. El Realejo
siguió siendo judería hasta los cristianos, a pesar de varias matanzas que soportaro
Ya desde el siglo XIII se describe a
Granada como ciudad de conocimiento y de gran belleza. Al-Saqundi hablando de
la ciudad nos dice que: «Granada es pasto de los ojos, elevación de las
almas»; Ibn Yuzayy por su parte comenta
que: «no tiene sentido prodigarse hablando de una ciudad tan renombrada»;
y describiendo las construcciones de la Alhambra Ibn al-Jatib dice que: «deslumbran
los ojos y asombran las inteligencias». Al-Basit habla de Granada en estos
términos: «Es lugar de reunión de personajes ilustres, de poetas, de
científicos, de artistas; están en ella los mejores hombres de nuestro tiempo».
Vemos por tanto que la fama de ciudad de conocimiento le viene de lejos, por
eso Lorca, hablando de la
cultura andalusí dijo: «Se perdieron una civilización admirable, una poesía,
una astronomía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo».
Granada se
convirtió en una de las ciudades más prósperas de Europa y llegó a contar, durante el siglo XV, con 165.000
habitantes[2] por lo que era la
ciudad más poblada de Europa. Bajo el reinado de Alhamar se construyó el
Palacio de la Alhambra (no lo que se ve
ahora porque su aspecto actual se debe a Yusuf I y Mohamed V, en el siglo XIV).
En el Albaicín vivían los artesanos y la nobleza. La población ocupó la parte más baja hacia el sur, con grandes industrias, aduanas y la madraza (primera universidad que tuvo Granada, fundada en 1349 por Yusuf I). En El Realejo se asentó el barrio judío. Tenían una base sólida y económica. Estos tenían su barrio en la orilla izquierda del río Darro. Fueron identificados como «Garnata al-Yahud». Tras la Reconquista castellana, y la expulsión de los judíos, este barrio sufrió profundas modificaciones urbanísticas, y no se ha conservado casi ningún resto del barrio medieval, que debió contar con bellas sinagogas.
En 1505 se traslada a Granada la Real
Chancillería
desde Ciudad Real, órgano jurídico
fundamental, que se ocupaba del territorio de la Corona de Castilla al sur del río Tajo (las tierras al
norte de éste estaban bajo la jurisdicción de la Real Chancillería de Valladolid). Esta institución
será fundamental para el desarrollo de la ciudad y del Reino de Granada.
Cinco años
antes surge el primer motín en el Albaicín y no pararon hasta que el ilustre Don Juan de Austria, en 1571, acabó con los moriscos
sublevados
en la Alpujarra y dio muerte a su
rey, Abén Humeya o Don Fernando de
Válor.
El exilio, la expulsión y la colonización por nuevos habitantes -procedentes del norte del país- preparó a la ciudad para la explosión religiosa contrarreformista que la convertiría en un permanente espectáculo barroco durante el siglo XVII.
No será
hasta el siglo XIX cuando Granada
experimente interesantes transformaciones en las que se mezclarán los espacios
liberados por la Desamortización con los gustos franceses e ingleses en el tratamiento de
parques, plazas y jardines. El Salón, la Bomba y otras plazas son el
resultado de esta actividad, aunque para su construcción fuera necesario
deshacer parte importante del antiguo trazado de la ciudad, como fue el caso de
la construcción de la Gran Vía de Colón por la que se sacrificó el viejo barrio de la Mezquita
Mayor.
En el siglo XX, Granada siguió
deslizándose hacia el sur, hacia la vega, llegando a sobrepasar el frustrado
intento de límite que se había proyectado con el Camino de Ronda.
Un urbanismo desabrido y especulativo permitió la construcción de enormes
bloques que se organizaron en torno a dos largos ejes paralelos: el Camino de
Ronda y la calle Pedro Antonio de Alarcón. Ajenos a las tipologías habituales de la
ciudad, los bloques se llenaron, en un vertiginoso proceso, de unos nuevos
ciudadanos. Habían nacido los pisos de estudiantes. La trama se urdió de forma
espontánea, densa y firme. De piso en piso, de bloque en bloque fluían relaciones
que nacían al amparo de la conquista del desorden y generaban costumbres, usos
y hábitos totalmente nuevos que ayudarían de forma importante a crear la ciudad
que hoy es.