martes, 31 de diciembre de 2013

MI DESPEDIDA DEL AÑO 2013

Amigos de alma (mi blog), este año ha sido un poco diferente a los demás, las tormentas han acudido a nuestras casas, los amigos necesitados de todo, han necesitado al amigo para hablar, reír, buscar el hombro donde descansar de tanta injusticia, corrupción, miserias que al cabo de una vida no la querían, y por eso decidieron trabajar y guardar para cuando no hubiera, pero no ha podido ser, nos han humillado, pisoteado, y queriendo el retroceso de unos años conseguidos a base de formación cultural, ya que un pueblo sin cultura es un rebaño de ovejas unas detrás de las otras, ya que no tienen sentido del orden. Estamos asistiendo a tantas cosas que son penalizadas y nadie dice nada, que aunque nos quede un soplo de aire seguiremos gritando aunque se hagan los sordos. Niños que no tienen para comer, padres llorando por no poder dar a sus hijos necesidades primordiales como es la educación y la sanidad............mientras..............hay quien tiene cada vez más y más a costa de toda la generación luchadora y ahorradora que les a costado una vida conseguirla. Ellos (el  gobierno) solo sabe rezar y darse golpes de pecho, ya les daría yo lo que necesitan. BIENVENIDO 2014

NOCHEVIEJA 2013


Nochevieja 2013: El doodle de Google se pone sus mejores galas  para despedir el año

El buscador se prepara para recibir al 2014 con un doodle muy especial, sumándose a las celebraciones que este martes reciben con los brazos abiertos el año nuevo

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Google no ha dejado pasar la ocasión de conmemorar la Nochevieja 2013 y celebrar el cambio de año. El popular buscador nos saluda este martes con un singular doodle en su portada que, conmemorando la despedida del año, se convierte en el último de estos especiales homenajes que ya son grandes clásicos. Google prescinde hoy de su habitual logotipo para sorprender a los internautas con un diseño más colorido y alegre de lo normal, pero sobre todo más informal y con un toque fiestero que nos recuerda que esta noche estrenamos Año Nuevo.
Una noche mágica
El fin de año está rodeado de un cierto halo de magia y misticismo. En esta Nochevieja 2013 muchos desempolvarán algunos de los rituales más típicos de esta noche que para la mayoría tiene un gran significado. Tomar las doce uvas al ritmo de las campanadas, brindar con champán o llevar una prenda color rojo, son algunos de los rituales para atraer, en teoría, la buena suerte.
La tradición de celebrar la llegada del nuevo año con doce uvas nació a finales del siglo XIX, cuando en Valencia hubo una cosecha excepcional. Para dar gracias y pedir otros años igual de prósperos, los productores decidieron que debían acabar y comenzar el año consumiendo uvas, y se acordó que el mejor momento sería al sonar las doce campanadas. La innovación se fue extendiendo al resto de España. Aunque en España se vea como algo totalmente arraigado, en otros países no existe esta tradición de Fin de Año aunque a algunos de América Latina se ha ido exportando. El ritual de Nochevieja dice que cada una de las doce uvas debe comerse al ritmo de las campanadas y pedir un deseo para que se cumplan durante 2014. El brindis con algo de oro en la copa de champán o cava o tener algo de dinero de bolsillo o en los zapatos, es otra de las fórmulas para atraer la fortuna, la abundancia y la prosperidad económica.
Entre las supersticiones más populares está la de llevar una prenda de ropa interior de color rojo en Nochevieja para atraer la suerte en el amor. Existe la variante del color amarillo para atraer el dinero, aunque otros apuntan que hay que llevarla del revés y ponerla del derecho en el nuevo año. Otros rituales también son limpiar la casa para deshacerse de las malas vibraciones del año que se despide, encender velas, abrir las ventanas, entrar con el pie derecho, escribir los deseos en un papel y tenerlo mientras suenan las doce campanadas de Fin de Año, o entrar y salir de casa con varias maletas para que el nuevo año traiga muchos viajes, son algunos de los múltiples rituales que rodean la Nochevieja.
Uvas y brindis
Doce uvas y un brindis. Las campanadas de un reloj. Cena, música y baile. Familia y amigos. En casa o en la calle. De esta forma, acostumbrados desde hace tiempo, celebramos la Nochevieja 2013. Pero, ¿cuándo comenzó la tradición? En la década de 1890 empezaron a proliferar las noticias en la prensa sobre la celebración del fin de año y la entrada en el Año Nuevo. Por ellas sabemos que ya estaba muy extendida la costumbre de reunirse las familias y los amigos íntimos para cenar esa noche y que a las doce se llenaban las copas para brindar por la felicidad y la dicha en el nuevo año.
Entre esas reuniones de Fin de Año y Año Nuevo destacaban las fiestas organizadas por la aristocracia y las familias ricas para pasar una velada con invitados que incluía una cena bufé, música, baile y brindis con champán helado. También sabemos que en esos círculos aristocráticos ya era habitual tomar las uvas a las doce de la noche, justo antes de la llegada del Año Nuevo. Según El Imparcial de Madrid, del 1 de enero de 1894 «la costumbre ha sido importada de Francia» y se había generalizado en unos pocos años. Inicialmente se tomaban tres uvas simbólicas para propiciar «alegría, salud y dinero»; pero rápidamente su número se incrementó hasta doce, una por cada mes, y hasta trece, siendo la última la que aseguraba la suerte. La tradición popular de tomar esas uvas con las campanadas del reloj de la Puerta del Sol no está muy claro cuándo se inició, pero ya el 31 de diciembre de 1902 nutridos grupos de personas se juntaban allí para celebrar el cambio de año.
Tradiciones de otros tiempos

Muy distinto a la Nochevieja 2013, en A Coruña, a comienzos del siglo XX, no era muy frecuente la celebración de fiestas especiales la última noche de diciembre. De vez en cuando se celebraba alguna en las casas de las familias aristocráticas. En ellas además de bailar, cenar y cotillear, los jóvenes solteros de ambos sexos solían jugar a «echar los estrechos». Este juego consistía en sacar al azar, entre los concurrentes, dos nombres, uno de varón y otro de mujer, que tenían que dedicarse mutuamente tres o cuatro renglones con frases ingeniosas, soportando las ironías y bromas de los demás. En la década de 1910 proliferarán los bailes con cena, uvas y champán organizados por las sociedades recreativas como el Nuevo Club o el Circo de Artesanos.
Desde siempre, las clases populares celebraron la entrada del Año Nuevo con murgas, rondallas y organillos que recorrían las calles hasta altas horas de la noche tocando y felicitando a los Manueles y Manuelas por su onomástica; al mismo tiempo, burlando la vigilancia de serenos y guardias, las parejas aprovechaban para bailar estrechamente entrelazados al compás de la música. Las calles se llenaban de bullicio y animación, proliferando también el vino y las curdas.
Fue el 31 de diciembre de 1912 cuando por primera vez el pueblo coruñés celebró la despedida del año y la bienvenida al Año Nuevo en la plaza de María Pita. Ese año se había instalado el reloj en la torre central del Palacio Municipal. La plaza estuvo muy concurrida y la gente esperó a que vibrasen las campanadas de las doce para tomarse las trece uvas entre grandes demostraciones de alegría.
Pero la de la Nochevieja es una celebración con una extenso recorrido, considerada una fiesta de gran envergadura en determinados lugares del mundo. En Sídney, más de 80.000 fuegos artificiales surcan el cielo a medianoche ante la mirada de más de un millón y medio de asistentes cada año. En Valparaíso reciben a más de dos millones de visitantes, que cada Año Nuevo son testigos de la pirotecnia más extensa del mundo a lo largo de 30 kilómetros sobre toda la bahía. En Nueva York, una gran bola de cristal desciende sobre una multitud en Times Square.
También la cultura hispanoamericana cuenta con una gran variedad de tradiciones y supersticiones estas fehas. Descorchar una botella de sidra o champán a las 00:00 horas del 1 de enero se mantiene como todo un símbolo de celebración del Año Nuevo. En algunos países se suele quemar un muñeco hecho de trapos viejos, relleno de paja, para simbolizar el año que se deja atrás.

viernes, 6 de diciembre de 2013

NELSON MANDELA

 NELSON MANDELA
 


Nelson Mandela nació el 18 de julio de 1918, en Umtata (Sudáfrica). Sus padres fueron Henry Mandela y Nose Keni, ambos de la etnia xosha. Estudió derecho en la Universidad de Fort Hare. Cuando tenía 23 años consiguió trabajo en un estudio jurídico de Johannesburgo. Poco después se unió al Congreso Nacional Africano (CNA), una organización que hacía campañas pacíficas contra la discriminación y excesiva explotación que sufrían los negros sudafricanos.

En 1943, Nelson Mandela fundó la Liga Juvenil y organizó movilizaciones de protesta contra el sistema de segregación racial denominado apartheid. El gobierno blanco reprimía a sangre y fuego a los manifestantes, por lo que en 1961 Mandela fundó una organización llamada Umkhonto we Sizwe ("Lanza de la Nación") con la cual pasó a la lucha armada. Pero al año siguiente fue capturado en Johannesburgo, lo sometieron a juicio y lo condenaron a cadena perpetua. Tenía 46 años cuando fue llevado a la prisión de la isla Robben, frente a Ciudad del Cabo.

En los siguientes años sus seguidores continuaron luchando contra el apartheid dentro y fuera de Sudáfrica. Muchos gobiernos del mundo empezaron a exigir la libertad de Mandela y la abolición de la segregación racial. Winnie Mandela, propagó los ideales de su esposo y lideró muchas movilizaciones que buscaban su libertad.

Recién en 1990 el presidente moderado Frederik de Klerk liberó a Nelson Mandela, quien ya tenía 71 años. En los siguientes meses ambos líderes negociaron la eliminación del apartheid, la que quedó derogada oficialmente en 1991. Los dos fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz en 1993.

En 1994, Mandela fue elegido presidente de Sudáfrica y gobernó hasta 1999. En este periodo se esforzó por reconciliar a los sudafricanos y coadyuvó en el cese de varias guerras del continente, como en Zaire. Luego se retiró de la vida política, pero su opinión seguía siendo consultada en asuntos importantes de su país.

A finales de 2012, su salud se deterioró rápidamente por una infección pulmonar. A partir de junio de 2013 permaneció en estado crítico, hasta que falleció en Johannesburgo el  de diciembre de 2013.

jueves, 5 de diciembre de 2013

GIMENA "el sueño de una tortuga"

Gabriel T. Rojo
Presentació literària en Alcoi

“Gimena, el sueño de una tortuga”, primera novel·la de l’alcoià Gabriel Terol

Són poques voltes les que coincideixen la publicació d'una novel·la i el fet que siga la primera obra d'un projecte editorial. En este cas, la conjunció dels dos elements es dóna en "Gimena, el sueño de una tortuga". Es tracta de la primera novel·la literària de l'alcoià Gabriel Terol Rojo (1974), publicada per La Castaña Pilonga, empresa 100% alcoiana que inicia amb este llibre la seua trajectòria. Gabriel Terol és Llicenciat en Filosofia, Doctorand en Sinologia i professor de Llengua i Literatura xineses a la Universitat de València. És autor d'un altre llibre, "Curso intensivo básico de lengua china" i de nombrosos textos acadèmics. Ara, combina la seua faceta docent a la universitat amb la literària i la professional, ja que és traductor de xinés i agent d'exportació.

En ARAMULTIMÈDIA hem tingut el plaer de mantindre una conversa amb ell abans de la presentació oficial del llibre , Ací teniu una primera aproximació al contingut d'esta interessant proposta i una invitació a conéixer-la un poc mes.

Comencem parlant del perquè de la novel·la i l'autor reconeix que s'ha deixat influir molt pel seu bagatge personal de lectures i interesos, on posa per damunt de tot la tradició històrica de les comèdies eròtiques xineses. "Principalment, en el seu plantejament global. La literatura xinesa, així com altres tradicions escrites i orals, han recollit de sempre l'erotisme com a una de forces més presents a la vida de les persones". No obstant, no és una novel·la d'època, sinó actual, en la que els protagonistes viuen una "vida molt normal, molt comú, en la que hi ha circumstàncies i contextos reconeixibles i quotidians de les persones del segle XXI".

Inevitablement, el plantejament, on ja d'entrada hi ha una trama principal d'un triangle amorós en la que el sexe juga un paper important, ens recorda la recent popularitat d'esta classe de llibres i la pregunta per la seua relació es òbvia. L'autor diu que "no és l'única raó que m'ha dut a publicar, però no vaig a negar que és un dels motius pels quals he decidit per acabar fer realitat el projecte". En este sentit, la diferència substancial entre eixos altres llibres i Gimena és que "qualsevol lector o lectora podrà identificar escenes i situacions que, o bé han viscut, o bé coneixen a través d'altres persones del seu entorn. Per això és una història del segle XXI i per això entenc i espere que la seua lectura enganxarà a molta gent".

Eixa actualitat d'este drama psicològic està reforçada per la presència d'altres ingredients culturals que potencien la idea de la quotidianitat. "Les referències musicals, gastronòmiques, literàries, mediàtiques o cinematogràfiques que conté Gimena podrien ser les de qualsevol persona. Són llocs comuns on el lector, moltes voltes, estarà com mirant-se a l'espill". Són elements que, a més, juguen un paper important des del punt de vista narratiu. És més, explica Gabriel Terol, "jo recomane que qui llija el llibre escolte també les peces musicals que van suggerint-se en cada escena".

La trama arranca amb un encontre fortuit i virtual. "Són les casualitats les que, sense saber-ho, més ens marquen i acaben convertint-se en importants en la nostra vida". A partir d'ací, els personatges inicien una història en la que es veuen espentats per un torrent d'experiències molts intenses. Les decisions que aniran prenent; decicions en principi de persones adultes, aniran marcant-los la personalitat i, d'alguna manera, traumatitzant-los. "He volgut, a més, imprimir-li a la redacció un estil personal diferent amb el que espere que el lector visca la història amb la mateixa intensitat que els seus protagonistes de paper". Perquè del que es tracta, segons l'autor, és "d'activar la consciència de vivències i experiències que ens envolten a tots, però que no tenen la rellevància i importància que deurien a les nostres vides". Han sigut quasi dos anys des que Gabriel Terol va pensar en escriure la primera línia. "Necessaris per a posar-me en la pell d'un escriptor de textos no acadèmics". Necessaris, també per "plasmar el que considere que és una profunda reflexió sobre la nostra societat".

Ara, com a objectiu immediat, hi ha presentació. "Després, com crec que és evident, espere que vinguen més històries i més llibres".

La Castaña Pilonga

Com explicàvem al principi de l'entrevista, "Gimena, el sueño de una tortuga" és el primer llibre d'una editorial 100% alcoiana. Aquest projecte aposta per traure-li partit i rendiment a les possibilitats que ofereixen les tecnologies digitals de la comunicació i el fet que hi haja molts escriptors i escriptores que no poden publicar amb altres segells. Els impulsors de l'editorial lligen i valoren les característiques dels originals que els arriben i després d'un procés de selecció faciliten tots els tràmits necessaris perquè la publicació de l'obra siga una realitat. Segons ens expliquen de l'editorial, "apostem per autors originals i obres de qualitat, que auguren un futur literari fructífer". A més de la tradicional publicació en paper, en La Castaña Pilonga es fan edicions digitals, en la línia de les actuals tendències de lectura.

ANDRE-JACQUES GARNERIN 1º EN SALTAR EN PARACAIDAS

André-Jacques Garnerin
 

 
¿Alguna vez te preguntaste quién y cuándo se realizó el primer salto en paracaídas? Google tiene la respuesta a esa duda existencial: el francés André-Jacques Garnerin fue el intrépido hace 216 años. Y para recordar tan valeroso acontecimiento, el buscador cambió su portada para homenajearlo con un doodle animado.

André-Jacques Garnerin nació el 31 de enero de 1769, en París, Francia. Dedicó la mayor parte de su vida a volar globos aerostáticos. A sus 28 años de edad, decidió emprender la aventura de caer desde el cielo.

Ese 22 de octubre de 1797 en París, el aventurado francés se elevó en un globo más de 900 metros. Su paracaídas estaba hecho de seda atado a un poste que lo hacía parecer un paraguas de gran tamaño; después de alcanzar la altura deseada, se soltó de la canasta y abrió su paracaídas. Mientras la canasta caía estrepitósamente, Garnerin flotó por el cielo y descendió sin hacerse ningún daño.

¿Alguna vez has saltado con paracaídas? Si no lo has hecho, Google te ayuda a recrear esa experiencia, y si ya has saltado, también esto te puede divertir:

Cuando entres a Google, verás a Garnerin esperándote para que lo eleves. Una vez que le des 'play' a la animación, el globo se eleva, cruza las nubes y cuando esté en un punto máximo, ahí tomas el control de su destino.

Según decidas ir a la derecha o la izquierda —con las teclas de tu computadora—, dirigirás al pequeño André-Jacques, pero debes tener cuidado, ya que dependiendo de tu dirección será el terreno donde caiga: una selva, el Polo Norte, la playa o en la ciudad.

Cuando finaliza el salto, el paracaidista francés saluda y aparecen las letras de Google.

Garnerin murió el 18 de agosto de 1823, en París, tras impactarse contra una viga cuando efectuaba los preparativos para realizar un vuelo en un globo dirigible.

lunes, 2 de diciembre de 2013

90 cumpleaños de MARIA CALLAS


María Callas celebra su 90 cumpleaños en Google

La diva de la ópera, nacida tal día como hoy en el año 1923, consiguió rendir completamente al público sobre los escenarios, pero nunca compensar todo el amor que le faltó durante sus primeros años de vida ni superar la ruptura amorosa con Aristóteles Onassis

Neoyorquina de origen griego, nacida en el Bronx bajo el nombre de Cecilia Sophia Anna Maria Kalogeropoulos, María Callas, convertida en un icono popular que trascendió el círculo cerrado de la lírica para jugar en la misma división que Jackie Onassis, Marilyn Monroe o Audrey Hepburn, hubiese cumplido este lunes 90 años. Su vida no fue sencilla. La gloria sobre las tablas nunca logró compensar la carencia de amor que desde muy pequeña ya echó en falta. Falleció a los 53 años de un ataque al corazón en París, retirada de la escena por la pérdida de voz progresiva que muchos achacaron a su rápida pérdida de peso y a que La Divina se volvió triste tras la separación de Onassis.
María Callas huyó pronto del entorno familiar para buscar realizar un sueño para el que la pequeña y regordeta niña del Bronx y ascendencia helena no parecía predestinada. Su madre intentó vender su cuerpo por las tabernas portuarias de Atenas para pagarse un piso y financiar la promoción de la otra hermana, toda una belleza. Pero el público tabernario se quedó de una pieza cuando Callas se apoyó en un piano de pared y alzó la voz sobre sus cabezas. Según recoge la biografía Tan fiera, tan frágil (Lumen, 2009) de Alfonso Signorini, un puñado de dracmas y un plato de sopa fue el primer salario de una María Callas a la que su madre tampoco se lo pensó dos veces a la hora de echarla como carnaza sexual a las tropas italianas que en 1944 ocupaban Grecia.
El coronel Mattia Bonalti solo acertó a morderla en el cuello en el cuartel Agios Georgios, antes de que María Callas se irguiera sobre su llanto y su repugnancia para emprender La Traviata e imponer el hechizo de su voz más viva. El coronel no pudo sino subirse los pantalones y presentar sus respetos ante aquella mujer que, el 14 de septiembre de 1945, convertida en un éxito aplastante desde Atenas a Salónica, se embarcaba de regreso a su Nueva York natal, donde metería en cintura al mismísimo Edward Johnson, director general del Metropolitan Opera House. Johnson le ofreció a María Callas cantar Madame Butterfly y Otelo, aunque ella era consciente de que su éxito dependía de que cantara Norma. Pero Norma no entraba en los planes de aquel hombre que la despidió con cajas no demasiado templadas. «Llegará el día en que el Metropolitan se pondrá de rodillas para contratarme -le dijo ella al abandonar el despacho-. Y yo solo lo aceptaré para cantar Norma por un caché exorbitante. Así aprenderá usted a no tratar de cualquier modo a María Callas».
fue moldeada por su profesora en el Conservatorio de Atenas, la española Elvira de Hidalgo, de patito feo llegado del Bronx a acabar convirtiéndose en el mito vocal más importante del siglo XX. «Que precisamente esta muchacha abrigara el deseo de convertirse en cantante, resultaba simplemente ridículo. Era grande y gorda, llevaba gafas... Todo su ser era torpe. Pero cuando comenzó a cantar, me inundaron cascadas de sonidos todavía incontrolados, pero llenos de drama y emoción. Escuché atentamente con los ojos cerrados y me imaginé la dicha que supondría trabajar con ese material», describió De Hidalgo. De la mano de su mentora, María Callas comenzó un proceso formativo que desembocaría en toda una revolución para la escena lírica de su tiempo, cuyas consecuencias aún perduran.
De Hidalgo pulió aquel privilegiado instrumento sin desbravar en intensas sesiones que no acababan nunca: ella era la primera en llegar y la última en irse del conservatorio, cuando terminaba las suyas se quedaba a seguir las clases de los otros alumnos («hasta de los peores se puede aprender algo», solía decir); pero fue Tullio Serafin quien supo orientar su catálogo hacia el redescubrimiento de un repertorio olvidado o, como poco, maltratado por sus coetáneos. Serafin, que dirigió a María Callas en algunas de sus más célebres grabaciones, apreció en sus aptitudes la posibilidad de restituirles toda la verdad a los grandes personajes femeninos del belcantismo.
A través de ellas, Bellini y Donizetti habían querido expresar todo el sufrimiento y la desesperación de unas mujeres relegadas a un plano secundario en un mundo violento y opresivo dominado por el hombre. Aquellos «gritos», convenientemente articulados mediante escalas, giros, coloraturas y otros adornos servían a la causa de un temprano feminismo al rebelarse contra las injusticias sufridas en silencio. Ahí apareció María Callas, con su «voz grandiosa y fea», como la definía Serafin, para producir «una variedad de sonidos inaudita, irritante y muy frecuentemente chocante, que en sí mismos eran un eco de dramas internos» (Jürgen Kestin).
Quizá por eso, a los teatros les costó llegar a reconocer en María Callas a la fiel e infatigable restauradora de una tradición olvidada: Callas no era la típica soprano ligera de la época que se limitaba a cumplir el papel asignado de anestesiar al público con la brillantez de sus ornamentaciones perfectamente ejecutadas, pero sin alma; aquella nueva aparición añadía brío y sonidos penetrantes a la coloratura, confiriéndole al canto una tensión y una intensidad que se creían ya olvidados desde los tiempos legendarios de Giuditta Pasta y María Malibrán.
Además de convencer a directores artísticos de su peculiar estilo, María Callas tuvo varios obstáculos que solucionar. Tuvo que poner en su sitio a su rival legendaria, Renata Tebaldi, y al peso que le sobraba. En ambas lides dejó bien clara la fortaleza de su carácter. Para hundir a Tebaldi contó con la colaboración fortuita, desinteresada e imperturbable de Toscanini, que andaba en busca de una voz para la siempre salvaje lady Macbeth. Ella le ofreció un canto que él oyó como si fuera «la expresión de una pantera». Ninguno de los tres concernidos fue consciente de ello, pero aquellos primeros y resonantes pasos de María Callas en La Scala de Milán sellaron lo que hasta entonces había sido la buena suerte de la Tebaldi.
Poco después, cuando Lucia di Lammermoor se cruzó por su camino, María Callas decidió que había llegado el momento de comenzar a trabajar para que mirarse al espejo y romper a llorar no fueran la misma cosa. Lucia era una novia ligera y casi etérea que se dejaba caer en el escenario como si fuera la pluma desprendida de un ángel o la lágrima de un fantasma. El cuerpo de María Callas no sugería ninguna de esas imágenes. Jayne Mansfield -una actriz explosiva- la puso al tanto de los métodos con los que habían adelgazado Rita Hayworth, Greta Garbo o Marilyn Monroe. El primero de aquellos métodos quedó descartado de inmediato. Se trataba de la cocaína. Funcionaba estupendamente para que el consumidor adelgazase, pero creaba adicción, era malo para las coronarias y podía suscitar problemas con la memoria. María Callas tenía la tensión muy baja y nada temía más que olvidar una nota.
El segundo método era aún más eficaz, y también más asqueroso, pues consistía en un régimen de huevos de tenia mantenidos en el cuerpo a lo largo de los tres meses imprescindibles para modificar el metabolismo. La dosis consistía en veinte huevos del parásito bebidos en un vaso de agua. La cantante era una dama de la escena, de modo que se los bebió en una copa de champán helado. Perdió 16 kilos en un mes. Y se encarnó en el cuerpo que deseaba.
Antes de conquistar La Scala, María Callas tuvo que dar varios rodeos. Cantó en Latinoamérica, «como una gata salvaje», según ella misma definió sus legendarias actuaciones en Buenos Aires, Río de Janeiro o México, afortunadamente preservadas en grabaciones de la época; pero después de arrasar el Maggio Musicale Fiorentino con unas históricas representaciones de I vespri siciliani, dirigidas por Erich Kleiber, las puertas del principal teatro italiano ya no se le resistirían más.
En 1953 María Callas regresó allí para marcar una década en la que la ópera dejó de ser el opio de unos privilegiados para convertirse en el espacio destinado a experimentar toda la verdad del drama, a la luz de nuevas y más intensas emociones. Como a menudo olvidan algunos responsables de teatros y festivales, la piedra angular sobre la que se debe edificar ese proceso se encuentra en el secreto de las voces y María Callas supo hacer de la suya el instrumento primordial para llegar hasta el fondo de los personajes, su representación dramática. Colaborando además con Visconti, Bernstein y los grandes cantantes de su tiempo (Di Stefano, Corelli, Simionato, Bastianini...) selló una época dorada del arte lírico en la que delineó los precisos límites de excelencia a los que habría que aspirar siempre, con una mezcla perfecta de ambición y humildad, tesón e inteligencia.
En Milan María Callas interpretó Lucia di Lammermoor como si fuese una diosa de rostro exangüe y con el erotismo de un hada. Su voz se hizo «aterciopelada y arcana» bajo la batuta de Herbert von Karajan. La aplaudieron durante 28 minutos. Ella sola en el escenario de La Scala y el teatro más prestigioso y crítico del mundo convertido en una ovación. «Eres divina», le gritaron desde el gallinero. El siguiente en decírselo fue el multimillonario naviero griego Aristóteles Onassis. Poco después de que las cuentas con el Metropolitan quedaran ajustadas gracias a un contrato de cinco mil dólares por una representación de la Norma de Bellini, Tina Onassis, la mujer del naviero, dejó libre su camarote en el yate Christina para que lo ocupara María Callas. Aquello fue la cumbre vital para la cantante. Apenas tres años después, Onassis se liaba con Jackie Kennedy. Asesinado el presidente, su hermano, Ted Kennedy, imploró al naviero que se casara con la viuda. Y Callas abandonó el Christina para entrar en su ocaso. «Es raro encontrar a una mujer vestida de Chanel que hable un inglés tan perfecto», dijo María Callas sobre la mujer de Onassis. «Es normal -respondió Tina-. Aprendí a hablar en Oxford, a pensar en Nueva York y a vestirme en París».

 María Callas y el significado de la música
A través de la colaboración con Serafin, el primer director que descubrió las inmensas posibilidades de su talento, María Callas aprendió el significado de la música. Fue él quien la apartó del repertorio alemán (Brunilda, Isolda, Kundry) y le hizo aprenderse Puritani, en apenas una semana, Norma o Sonnambula. Las enseñanzas del maestro italiano le sirvieron para profundizar en la interpretación: «Aprendí que cuando se busca un gesto determinado sólo hay que fijarse en la música; si se oye con el corazón en los oídos, todo está ahí (en la partitura)». María Callas añadirá, para desesperación de muchos directores de escena modernos: «El libreto no es determinante, la verdad se encuentra en la música».
En 1968, María Callas opina que «la ópera está muerta»y que «hay que devolverle su credibilidad». Su receta para aportarle «aire fresco» consiste en «recortar tiempos y repeticiones» y «reducir» los movimientos de los cantantes para «crear una atmósfera creíble», que permita «penetrar en el mundo interior del compositor». «Para poder servir al arte», los cantantes «deben captar la voluntad del compositor y hacerle justicia». Algunos de los consejos que luego le servirían durante toda su vida, los recibió de Luchino Visconti (María Callas hizo también sus pinitos en el cine). Así, confiesa que cuando colaboraron en la célebre Traviata milanesa, de 1955, el director le explicó que cuanto menos se moviera, mejor. «A menor movimiento, una mayor intensidad y pureza artística; lo que te permite concentrarte en la expresión». «Con la ayuda del espíritu y la razón he sido capaz, en algunos momentos, de transmitir emociones al público, siempre al servicio del arte y de la música», dijo María Callas.