miércoles, 26 de septiembre de 2012

DENIA

Ciudad de Denia

Denia es deudora de muchas culturas distintas y cuenta con una historia rica en matices. En la comarca es posible encontrar el rastro de los asentamientos íberos, romanos y musulmanes.

A lo largo de la historia, Denia ha sido un enclave importante de la geografía de la región. Durante la dominación del Imperio Romano, el puerto de Denia era lugar de encuentro de una gran parte del comercio del mar mediterráneo. La presencia del Islam también se dejó sentir en el siglo XI, ya que la ciudad se convirtió en uno de los reinos de Taifas más importantes de España. La Reconquista no redujo su valor, ya que se convirtió en cabeza de condado y luego marquesado. En el siglo XIX la ciudad de Denia experimentó un formidable crecimiento económico derivado del desarrollo urbanístico y la aparición y consolidación de un sustrato social estable. A comienzos del siglo XX, Denia es conocida por su comercio de juguetes y la producción de pasa se sustituye por la de cítricos.



PATRIMONIO MONUMENTAL
El Castillo de Denia está situado en una atalaya junto al mar, en pleno centro de la ciudad. Sus laderas acogieron viviendas y fortificaciones de la Diannium romana y la arquitectura del castillo recoge detalles de todas las culturas presentes en Denia. Destaca especialmente la Torre Roja y la Torre del Consell, de la época almohade y las defensas y la reconstrucción del Palacio del Gobernador, de inspiración renacentista.

El Castillo alberga actualmente el museo arqueológico de la ciudad, cuyo edificio data del siglo XVII.

Denia cuenta también con una torre vigía renacentista, la Torre del Gerro, llamada así por su curiosa forma de jarra. Se construyó en el marco del sistema de vigilancia costera creado en el siglo XVI como defensa contra los ataques de piratas berberiscos. En sus muros aún se puede ver el escudo de armas de Carlos V.

Por otra parte, Denia ofrece un buen número de iglesias cuya historia y visita resulta interesante.

La Iglesia de la Asunción, en la Plaza de la Constitución, es de estilo barroco y se alza sobre la antigua ermita de San Roque. Cuenta con una imagen policromada de la Virgen de la Asunción y, a cada lado, otras dos imágenes de los patronos de Valencia: San Vicente Ferrer y San Vicente Mártir.

La Plaza del Convento acoge la Iglesia de San Antonio, parte de un conjunto arquitectónico formado por el Convento de San Antonio de Padua. Su portada es de orden dórico y en su interior, sobre el altar mayor, tiene especial interés contemplar una gran cruz esmaltada con escenas de la Biblia.

Denia cuenta también con otro conjunto arquitectónico de interés. Es el formado por el convento, el claustro y la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto. Su retablo mayor, el de la Santísima Sangre, es contemporánea, como la talla de la Virgen de los Dolores, creada a principios de 1940.

En cuanto a las ermitas, es preciso destacar la de San Juan, la del Pare Pere y la de Jesús Pobre.

La Ermita de San Juan es la más importante de las ermitas de conquista de la zona, construida entre los siglos XIII y XV.

La Ermita y caseta del Pare Pere se halla en la ladera del Montgo y se accede a ella a través del Camí de la Colonia. Está a unos 600 metros de la Ermita de San Juan. Está indisolublemente ligada a la vida del venerable vecino de Denia, Fray Pedro Esteve, (1583-1658) conocido popularmente como Pare Pere, del que, dicen, habitó la caseta durante algún tiempo.

El Ermitorio de Jesús Pobre está en la pedanía de Jesús Pobre, en la vertiente oeste del Montgo. Alberga un convento del siglo XVIII y una iglesia, del siglo XVII. Fue el Pare Pere quien encontró un Cristo yacente de pequeño tamaño tallado en el siglo XVIII. La talla actual, de madera policromada, replica el origina

Denia tiene una rica historia, que se remonta a las culturas íberas. Romanos y musulmanes se establecieron en Denia, que fue un punto importante. Hoy día es una localidad turística de primer nivel en el contexto español.

Denia: Los Orígenes

Los orígenes de Denia se remontan a la cultura íbera, pues es en esta época cuando se coloca el “primer ladrillo” de la riqueza histórica de este municipio alicantino que crece a los pies de un monumento de roca como es el monte Montgó (753 metros).

Dicha localidad atesora las huellas de íberos, romanos, visigodos y musulmanes. Todas estas civilizaciones desplegaron parte de su grandeza en Denia y, hoy, admirar estas construcciones o sus restos arqueológicos conforma uno de los placeres del visitante.

Así, en las laderas del Montgó, los arqueólogos se han topado con asentamientos como la Punta de Benimaquia, que data del siglo IV a.C. o el Pico del Águila, cuyos orígenes se sitúan en el siglo IV a I a. C.

Pero la fundación de la ciudad se atribuye a los griegos, pues ellos levantaron una pequeña colonia bautizada como Hemeroskopeion.

Los Romanos en Denia

El pueblo romano también se interesó por la futura urbe, debido a su privilegiado enclave en el Mediterráneo, y, por eso, no dudó en conquistarla.

Una vez en el haber del Imperio, la bautizaron como Dianium. Sin embargo, la ciudad pagó su rebeldía y resistencia a integrarse en Roma con el establecimiento de una serie de tributos, los estipendios.

Pero a pesar de la imposición de estos cánones, la urbe alcanzó gran apogeo durante este período debido a la relevancia que adquirió su puerto, que fue empleado por los romanos tanto para fines comerciales como militares.

Época Árabe

Tampoco los musulmanes fueron ajenos al encanto estratégico de la metrópoli, puesto que se la anexionaron en el año 713 y tres siglos más tarde se transformó en un poderoso reino taifa. Sus dominios abarcaban las tierras conocidas actualmente como la comarca de la Marina Alta, así como Alicante, parte de Murcia, y las Islas Baleares.

La estampa de la villa durante la dominación árabe, según relataba el geógrafo de la época Al Idrisi, corresponde al de una “hermosa ciudad bien poblada, ceñida de murallas que, del lado de Oriente, han sido prolongadas hasta el mar con mucha inteligencia y arte”.

De aquella urbe descrita por Al Idrisi perviven las murallas, el Portal de la Vila (con una doble puerta de medio arco apuntado) y la torre del cuerpo de guardia.

Tras la Reconquista

La ciudad dianense afianzó su esplendor con el período de la reconquista cristiana, pues la erigieron como cabeza del marquesado de Denia, pero el transcurso de los años deparó algunas sorpresas a los prósperos habitantes, ya que durante la trifulca por la sucesión al trono sostenida entre Felipe V y el archiduque Carlos, Denia apostó por este último y como represalia fue arrasada por los partidarios de Felipe V.

Se destruyeron infinidad de edificios, se abolieron sus fueros, se demolió la villa vieja y se humillaba constantemente a sus ciudadanos.

Del XIX hasta hoy

Tras este negro capítulo, Denia fue, paulatinamente, recuperándose y en el siglo XIX ya despuntaba como una de las urbes más boyantes de España gracias al comercio de la pasa.

Nunca un fruto tan diminuto hizo tanto por una ciudad: los agricultores roturaron nuevas tierras para acoger los viñedos, el espacio rural se colmó de hermosas villas, y la población creció espectacularmente.

La renovada metrópoli, cosmopolita y con una burguesía importante, modificó su entramado urbano y se desbordó de agentes y representantes comerciales que no querían perder ni ripio de un puerto tan atareado y floreciente como el de Denia. La llegada del siglo XX supuso un cambio en la economía de la ciudad que abandonó el comercio de la pasa, llenó sus campos de naranjos y emprendió una industria juguetera.

En la actualidad, Denia embelesa al visitante por su clima y paisaje, además de un turismo en el que una apasionante historia impregna la arena de sus playas.