sábado, 6 de octubre de 2012

AMAR EN LA TERCERA EDAD

Amar en la tercera edad



El amor es una combinación de sentimientos compleja que mezcla cariño, atracción, afinidad de pensamiento, interés. En la tercera edad, el amor se fundamenta en la espiritualidad y la entrega, aunque no debe prescindirse de la sexualidad.
La mayoría de los autores están de acuerdo en que a la hora de definir al amor, no estamos hablando de un sentimiento único o simple, sino que se trata de una suma de factores combinados: la atracción, el cariño, la afinidad de pensamiento, el amor superior.
El amor verdadero:
El verdadero amor no se apoya en lo físico, puesto que esta atracción es muy cambiante y depende de muchas variables, algunas externas. En cambio, sí se basa en lo espiritual, donde la relación se da a un nivel más profundo, soportada por los sentimientos y los pensamientos.

Esta espiritualidad requiere de un trabajo constante para perdurar y fortalecerse.

Cuando se llega a los 60 años o más, se ha aprendido a amar de verdad, de una manera más completa, que trasciende el enamoramiento y la pasión de los años jóvenes, donde son los instintos los que nos impulsan.

El amor de juventud es mayoritariamente sentimental o corporal, donde se busca la felicidad propia principalmente.

En la edad adulta, el amor madura y se transforma, debido a que se ha escapado al imperio de las pasiones y el romanticismo exagerado.

Las parejas de la tercera edad, han aprendido a compartir, tanto los buenos momentos y recuerdos, como las enfermedades, achaques y las pérdidas. A esto se suma la disminución física que trae aparejada una merma en las actividades. Todos estos factores favorecen el compañerismo y la cooperación de la pareja.
El sexo en la tercera edad:
La conducta sexual en la tercera edad depende principalmente del estado de salud y del estado emocional de la pareja. También hay factores culturales y de género que influyen en el sexo entre adultos mayores.

Para las mujeres es muy importante el estado afectivo y emocional de la pareja. En los hombres, tiene incidencia el tipo de actividad sexual que se mantuvo en la juventud, ya que si el sexo era relevante entonces, lo seguirá siendo en la vejez.
Los factores socioculturales adquieren mayor importancia en la sexualidad de las parejas de la tercera edad. También interviene la educación sexual que recibieron. Deben conocer los cambios físicos que determinarán cambios en la respuesta sexual. La información al respecto permite distinguir las reacciones naturales de las disfunciones.

Las etapas de la respuesta sexual se mantienen: deseo, excitación y orgasmo, pero experimentan una serie de modificaciones y algunas pueden superarse (falta de lubricación vaginal, o la pérdida de la erección). Estar informados facilita que se asista a la consulta ante cualquier problema.

El aprendizaje sexual se da a lo largo de toda la vida y es personal e intransferible, pero suele ceder el terreno a las presiones sociales que establecen edades y frecuencias a apropiadas. Por este motivo, en la realidad, son mucho menos las personas de la tercera edad que practican el sexo como desearían, cediendo ante la presión social que los obliga a adoptar un rol preestablecido. Lo cierto es que la etapa más activa sexualmente se da entre los 16 y los 25 años, posteriormente, van disminuyendo la frecuencia hasta desaparecer en la tercera edad.

Está comprobado que la práctica sexual ayuda a mantener la salud y la juventud. Una práctica sexual periódica y satisfactoria favorecería el aumento en las defensas.

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